domingo, 24 de mayo de 2009

La hora de sobrevivir

Rolando Cordera Campos

Desde su observatorio, el secretario asiste al espectáculo casi cósmico en que se ha convertido la economía mundial y la nuestra: todo son caídas libres, planetas en extinción, galaxias en implosión y un orden que sin haber llegado al apogeo se disuelve en el aire contaminado de la crisis mayúscula que en su globalidad no deja a nadie inmune. Escenarios de la astronomía o la cosmología que mejor describen, para darnos alguna perspectiva, Manuel Peimbert y sus colegas en La evolución en la astronomía (el Colegio Nacional, México, 2006).

Pero la economía no se mueve, asciende y cae, en respuesta a mandatos inapelables de alguna ley natural. Es obra buena y mala de los hombres, sus creencias y sus ordenamientos, sus animal spirits, que diría Keynes, y con los anuncios de los días pasados se abre paso la necesidad imperiosa de revisar diagnósticos, precisar perspectivas, preguntarse si no es la ruta elegida hace ya casi 25 años la que nos trajo hasta el espectáculo desolador que nuestro citoyen du monde, José Angel Gurría, acaba de describir en Madrid: “Esto no es un ciclo. Es un desastre. Esto no es una evolución, esto es una demolición” (Armando Tejeda, La Jornada, 23/05/09).

El derrumbe es portentoso: en el primer cuarto de 2009 el producto interno bruto (PIB) se redujo en 8.2 por ciento respecto del registrado en el mismo lapso de 2008: de 8.7 a 7.9 billones de pesos. Ésta es una magnitud similar a la alcanzada en el segundo y el tercer trimestres de 2004, una regresión en la actividad económica de casi 15 años que refleja enormes descalabros en la producción, la inversión y las exportaciones. Más detalles.

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