MÉXICO, D.F. Empiezo diciendo que la minoría que domina en el
país, decidió de tiempo atrás, para mantener el régimen de corrupción
que les beneficia, imponer a Enrique Peña Nieto como Presidente de
México.
La estrategia que pusieron en práctica consistió en
utilizar sus medios de comunicación y mediante la publicidad
introducirlo al mercado para hacerlo figura nacional.
Televisa, Milenio y muchos otros, se dedicaron a proyectar una imagen de Peña Nieto que no corresponde a lo que es y representa.
Con
esa fórmula, durante mucho tiempo, Peña Nieto mantuvo una gran
popularidad, pero en la campaña las cosas empezaron a cambiar. Poco a
poco, la gente se fue enterando por las redes sociales y por otros
medios no convencionales, que se trataba de un engaño, de una farsa.
El
6 de mayo se celebró el primer debate y, aun cuando no se transmitió en
los canales de mayor audiencia, millones de mexicanos se percataron de
que Peña Nieto perdió el debate y quedó evidenciado como el candidato
del grupo más corrupto de México.
Posteriormente, el 11 de mayo,
Peña Nieto asistió a la Universidad Iberoamericana. Los estudiantes lo
encararon y su torpe y autoritaria respuesta, secundada por los
políticos que lo rodean, así como la distorsión de los hechos en los
medios de comunicación, en particular de Televisa, dio lugar al
movimiento #YoSoy132.
A partir de entonces, esta expresión
estudiantil, con la demanda del derecho a la información y de no
permitir la imposición de Peña Nieto, empezó a despertar a otros jóvenes
en todo el país y a sacudir las conciencias de los ciudadanos, sobre
todo, de las clases medias de México.
Después de este importante
acontecimiento, empezó a crecer el rechazo hacia Peña Nieto y se
precipitó su desplome en cuanto a las preferencias electorales. El
jueves 31 de mayo, el periódico Reforma dio a conocer una encuesta en la
cual la diferencia entre Enrique Peña Nieto y mi candidatura era de
apenas 4 puntos. Días después, del 31 de mayo al 4 de junio, nuestro
equipo técnico levantó otra y el resultado ya nos daba 2 puntos de
ventaja.
Al percatarse sus patrocinadores que Peña Nieto se estaba
cayendo, desesperados buscaron reforzar su estrategia mediática y
consiguieron el apoyo del ex presidente Vicente Fox. Al mismo tiempo,
iniciaron la guerra sucia en mi contra, en contubernio con los
personajes que ejercen más influencia en el Partido Acción Nacional.
Sin
embargo, lo más perverso e ilegal, fue la determinación de reclutar y
alinear a los gobernadores del PRI para encargarles que se ocuparan de
obtener votos a como diera lugar, sin escrúpulos morales de ninguna
índole.
El 12 de junio, en Toluca, en la casa oficial del
gobernador del Estado de México, se reunieron 16 gobernadores del PRI
con Peña Nieto y su equipo de campaña. Ahí, se asignaron cuotas de votos
por mandatario.
Por ejemplo, Eruviel Ávila, gobernador del Estado
de México, se comprometió a conseguir 2 millones 900 mil votos que,
casualmente, fue lo que obtuvo Peña Nieto en el Estado de México.
La
confabulación de los gobernadores en el Estado de México se tradujo en
utilizar recursos del presupuesto público de los estados para comprar
millones de votos en todo el país.
Una prueba bien documentada de
lo anterior fue el modo en que operó el gobernador de Zacatecas, Miguel
Alonso Reyes, el cual asignó a sus principales colaboradores, por
distrito y municipio, y está demostrado que manejar n chequeras con
millones de pesos para la compra de votos.
En la práctica, en todo
el país, el sufragio se adquirió con dinero en efectivo, con tarjetas
para la obtención de mercancías, con despensas, materiales de
construcción, fertilizantes y otras dádivas.
A los cuantiosos
recursos económicos de procedencia ilícita que se ejercieron para la
compra de los votos, habría que sumar miles de millones de pesos
gastados en publicidad, en encuestas hechas a modo y en el pago a qui
nes ejecutaron y apoyaron directa o indirectamente este vergonzoso plan.
Todo ello, obviamente, rebasa con creces el tope de gastos de campaña
establecido en la ley.
El operativo masivo de compra de votos se
llevó a cabo antes y durante el día de la elección. Un caso emblemático
es el de los monederos electrónicos de las tiendas Soriana, comercios
que fueron vaciados por multitudes d l Estado de México, que canjearon
tarjetas al día siguiente y en los días posteriores a la elección.
Aunque
la compra del voto se dio prácticamente en todo el país, fue más
acentuada en las zonas donde viven los más pobres de México, en especial
en el medio rural. En estos lugares se registró el mayor nivel de
participa ión ciudadana del país, contrario a lo sucedido en las
anteriores elecciones presidenciales y superior a la media nacional
registrada en los actuales comicios.
Por ejemplo, en los tres
distritos con más población rural de Yucatán, se registró una
participación promedio del 86 por ciento. En Chiapas, la participación
ciudadana, con respecto al 2006, se incrementó en 118 por cien o y el
PRI consiguió 506 mil votos de más.
Asimismo, en las casillas no
urbanas, que son el 35 por ciento del total, Peña me gana, entre
comillas, con 2 millones 801 mil 042 votos, lo que representa el 85 por
ciento de su supuesta ventaja a nivel nacional.
No puede dejar de
indignar y entristecer, el constatar, que los responsables de la
desgracia de millones de mexicanos, encima de todo, utilicen a sus
víctimas, en particular a los más pobres y desinformados, para sostene
su funesto poder económico, político y mediático.
Además, fueron introducidas a las urnas ilegalmente infinidad de boletas marcadas a favor de Peña Nieto.
Las
pruebas y testimonios que hasta ahora tenemos, nos permiten sostener
que se compraron 5 millones de votos, aproximadamente. Tan solo en el
Estado de México, Veracruz y Chiapas se adquirieron alrededor de 2
millones d votos.
En razón de lo anterior, y sin tomar en cuenta
otras violaciones flagrantes a la Constitución y a las leyes en la
materia, podemos resumir que en elecciones libres, la mayoría de estos
ciudadanos no hubiesen votado por Peña Nieto.
Estamos ante un hecho
completamente atípico. Baste decir que en las 902 casillas especiales
que se instalaron en todo el país, donde sufragaron libremente los
ciudadanos, el resultado fue completamente distinto: por Josefina
Vázquez Mota 27.8%, por Enrique Peña Nieto 28.1%, por mi candidatura
41.0%, por Gabriel Quadri 1.6%, por candidatos no registrados 0.2% y los
votos nulos 1.2%. En este tipo de casillas Peña solo gana en 4 estados
de las 32 entidades de la República.
En suma, el sesgo que
significó la compra y manipulación de millones de votos, no permite dar
certeza a ningún resultado ni al proceso electoral en su conjunto.
En
el terreno estrictamente legal, se violó el Artículo 41 de la
Constitución, que establece que las elecciones deben de ser libres y
auténticas.
En consecuencia, el día de hoy, en los términos que
establece la ley, presentaremos el juicio de inconformidad para demandar
la invalidez de la elección presidencial.
Llamo a todos los
mexicanos a no permitir que se viole impunemente la Constitución y se
cancele, en los hechos, la vía democrática.
Proceder de otra
manera sería renunciar a nuestros derechos fundamentales y admitir la
antidemocracia como forma de vida y como sistema de gobierno.
A mediados de la semana próxima, daremos a conocer el Plan Nacional para la Defensa de la Democracia y de la Dignidad de México.
Todo lo que hagamos será en estricto apego a nuestros derechos ciudadanos consagrados en la Constitución.
En
especial, reitero que siempre actuaremos por la vía pacífica. No
daremos ningún pretexto para que los violentos nos acusen de violentos.
No aceptemos que la corrupción domine por entero la vida nacional. Luchemos por el renacimiento moral de México.
Ciudad de México, 12 de julio de 2012