miércoles, 27 de mayo de 2009

El panismo y la minería colonial

El panismo y la minería colonial

Luis Linares Zapata

No satisfechos con la reproducción de la añeja formación de partido hegemónico que caracterizó al priísmo en los inicios de su época decadente, el panismo se aferra a ese modus operandi y lo trata de usar para prolongarse en el poder federal. Los panistas llegaron en 2000 con la promesa de consolidar la democracia, arraigada pulsión de los mexicanos durante más de un siglo de vigencia. Lejos de ese cometido inocularon, dentro del ya muy deteriorado sistema presidencial, las propias y pequeñas visiones. Sus ambiciones, desmedidas para sus cortos tamaños, van terminando en cerrados feudos de poder con tufos de sacristía.

Los panistas encumbrados tienen, por estos días de crisis profundas y futuros borrosos, un pleito de callejón con la cúpula priísta, a la que han logrado dividir. En el fondo, tan agria disputa es, ciertamente, electorera. El amasiato estructural es fuerte, íntimo, complementario se podría llegar a decir. Juntos han introducido y sostienen el modelo vigente, a pesar de las grietas y quiebres que muestra por todos lados. Más detalles.

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