jueves, 30 de abril de 2009

Navegaciones. Lecturas para el fin del mundo.

Navegaciones

Lecturas para el fin del mundo

Piedra de Sol

La bomba increíble, de Pedro Salinas

Pedro Miguel

Está bien: el contagio es inevitable y ha llegado el fin del mundo. Encerrado a piedra y lodo, y platicando con mi naranjo a través de un tapabocas, asumo que allá afuera se han muerto todos los habitantes del barrio a consecuencia del ataque despiadado de esa cosa que ni a bicho llega, el tal H5N1, y del ofensivo padecimiento que provoca. Los operadores de sistemas han caído como moscas en todo el planeta y, ante la falta de mantenimiento, los sitios de la red mundial se van apagando tras ellos, uno a uno, como las luces de una ciudad que se dispone a dormir, y ya no queda casi ningún servidor en pie.

Sería graciosa la fábula, si no hubiera habido muertes verdaderas, quién sabe si causadas por el virus porcino, por la ineficiencia humana, o por ambos. Porque el bicho encontró unos aliados buenísimos en la estupidez mezquina de los gobernantes, en la arrogancia de los funcionarios internacionales y en la devaluación sistemática de las poblaciones que ahora –demasiado tarde– se lamentan, en una agonía colectiva, el haber aceptado el trueque de sus sistemas de salud y educación por el espejismo del consumo fácil, de sus hospitales públicos por aparatitos MP3, de instituciones abastecedoras de medicamentos por la feria de contratos que, según las promesas falsas, abrirían oportunidades para que todo mundo se hiciera rico.
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