Ni porros ni acarreados
Carlos Martínez García
Contundente respuesta
dieron los estudiantes de la Universidad Iberoamericana a quienes los
tildaron de porros y acarreados. Muy rápido reaccionaron ante las
acusaciones de líderes priístas, que vieron en el grupo que se organizó
para hacerle reclamos a Enrique Peña Nieto personas manipuladas y,
acaso, hasta contratadas para reventar el acto del candidato
presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Maestros en las malas artes de acarrear contingentes a sus mítines,
ya sea con promesas de prebendas o amenazas de perder programas
asistenciales, los del PRI vieron, en automático, en los estudiantes de
la Ibero que le recordaron a Peña Nieto varias de sus
tropelías, piquetes de vociferantes pagados. Detenidos en el tiempo, a
los ideólogos priístas se les hace en extremo difícil aceptar que la
sociedad civil mexicana es más exigente y crítica.
Tal vez la novedad en la Iberoamericana fue que un sector de quienes
acudieron a la conferencia/acto de campaña de Enrique Peña Nieto se
manifestó de forma inesperada para quienes los califican de niños/niñas
bien, o como pirrurris. No lo dijeron así, pero en las
acusaciones del equipo peñatiesta en contra de los abucheadores del ex
gobernador del estado de México estaba latente el sentir de que
expresiones como las articuladas en la Ibero son comprensibles en la UNAM, pero no donde se forman los hijos e hijas de personas de altos ingresos económicos.
Tal vez, en mi opinión, quienes han lanzado a la red el video en el
cual se identifican por nombre, credencial y número de cuenta de la Ibero,
para desmentir a sus causadores de extraños a la comunidad de esa casa
de estudios, pudieron usar su creatividad para hacer que uno de ellos
hiciera sus cuestionamientos de viva voz a Peña Nieto. ¿Qué tal haber
comisionado a una estudiante de cara angelical, y sin nexos evidentes
con la prole, para solicitar el micrófono y con lindas maneras lanzarle contundentes señalamientos a Enrique Peña?
La defensa cibernética de los y las estudiantes de la Ibero,
donde reivindican su pleno derecho a disentir, ha dejado plenamente
demostrado que ejercieron su capacidad crítica. Varios de ellos, que
dieron la cara y datos acerca de su pertenencia a esa universidad, han
comenzado a recibir, desde el anonimato, amenazas en su cuenta de
Twitter. No hay que tomar esto como exabruptos sin posibles
consecuencias, porque son expresión preocupante en un contexto nacional
en el cual los intolerantes pasan de lo verbal a las agresiones físicas.
Ante la cruda experiencia en la Iberoamericana, Peña Nieto y
sus protectores han fortalecido su decisión de blindarse. No nada más
evaden acudir a debates en distintos medios de comunicación (sólo
aceptaron participar en los seudo debates organizados por el IFE), ya
anunciaron que para no distraer a las comunidades universitarias en las
semanas finales de terminación del año escolar prefieren no hacerse
presentes en los centros de educación superior. Conmueve tanta
amabilidad y preocupación por el rendimiento estudiantil.
El descontento con la cultura priísta, que no nada más es distintiva
del PRI, sino que se ha filtrado a otras fuerzas políticas, se
manifiesta en prácticamente todos los sectores de la sociedad mexicana.
Una de las premisas de esa cultura es tener por incapaces de juicios
críticos a los ciudadanos. De hecho, el modelo paternalista, tan
cuidadosamente construido por el priísmo, basa su existencia en la
negación de la creación de personalidad democrática (ciudadanos
conscientes de sus derechos y también sujetos de responsabilidades). Lo
suyo es la antípoda de lo anterior: el corporativismo verticalista, el
que, por desgracia, tiene presencia en algunas partes del PAN, el PRD y
es evidente en el partido de Elba Esther Gordillo.
La clase política gobernante, ya sea federal, estatal o municipal,
así como los integrantes del Poder Legislativo (en todos estos niveles
ejercen el poder, o la representación popular, políticos de todos los
partidos), debe estar a la altura de la ciudadanía que tiene memoria y
descree de la verborrea que se desborda en las campañas electorales.
Además de la pirotecnia verbal de Peña Nieto, el caso de Josefina
Vázquez Mota es exasperante porque se presenta sin ligas con los
regímenes de Fox y Calderón. Como una ciudadana independiente y
diferente, cuando es parte de la clase gobernante panista que tiene en
crisis a la nación mexicana.
Nota bene: Es de agradecer el artículo de Tanalís Padilla publicado ayer en estas páginas (
Rubén Jaramillo: a 50 años de su muerte). Un dato fundamental que no se consigna en el escrito es que Jaramillo fue pastor metodista. En el compromiso de Rubén Jaramillo por luchar contra las injusticias existentes en México estuvo, de forma destacada, su entendimiento de la Biblia. La lectura de tal libro influyó preponderantemente en el personaje para luchar por que en el país
corriera el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo(Amós 5:24).
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