El manotazo
Luis Javier Garrido / La Jornada
La ultraderecha continúa apoderándose en México del aparato de Estado –y del país– y tras las elecciones constitucionales de 2010 y los cambios en el gabinete de Calderón, en que sale fortalecida, se apresta a dar el manotazo decisivo con vistas al 2012.
1. Las elecciones locales del 4 de julio para renovar ayuntamientos, legislaturas estatales y 12 gubernaturas, que se vaticinaron como un triunfo de “carro completo” del PRI –constituyendo por ello un desafío para los intereses del grupo de Calderón–, se saldaron finalmente por un reparto de posiciones, ya que el PRI logró quedarse con Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Hidalgo, Quintana Roo, Tamaulipas, Tlaxcala, Zacatecas y, probablemente, Veracruz, y el PAN (apoyado por sus corifeos) con Sinaloa, Puebla y Oaxaca, no obstante lo cual las fuerzas de ultraderecha que respaldan al gobierno panista han desarrollado un discurso triunfalista sin parangón.
2. Las elecciones no hicieron en realidad más que mostrar la cloaca en la que se ha convertido el sistema electoral mexicano, pues ausente en términos generales la izquierda electoral de las mismas, no constituyeron más que una confrontación entre el enorme operativo de imposición y fraude montado por el gobierno panista de Felipe Calderón y los operativos locales de fraude e imposición de los estados gobernados por el PRI, por lo que la ciudadanía no fue más que una masa de maniobra, de ahí el alto abstencionismo. Carentes de propuestas, los candidatos del PRI no hicieron más que beneficiarse del rechazo popular al antinacional y antipopular gobierno de Calderón, e incapaz de tener una alternativa para el pueblo el gobierno del PAN se escondió tras las siglas de una alianza corrupta con la cúpula perredista pretendiendo con una campaña negra ser mejor opción que la de los priístas.
3. No es de extrañar, por lo mismo, que la gran triunfadora de los comicios haya sido la profesora Elba Esther Gordillo, con su partido –el Panal–, cuyas brigadas surgidas del SNTE operaron ampliamente durante la jornada electoral, igual que lo hicieron en 2006, para alterar los resultados en un marco de impunidad y tratar de hacer ganar a sus aliados, que en esta ocasión fueron tanto el PAN y el gobierno federal en algunos casos (como Oaxaca) y el PRI en otros.
4. El gran derrotado de la jornada electoral fue, por lo mismo, sin darse cuenta de ello, el propio Calderón, quien utilizando todos los recursos del Estado y el cargo que materialmente ocupa para imponer al PAN, mostró al mundo que muy poco ha cambiado y que el titular del Ejecutivo federal no es antes de cualquier proceso electoral más que un jefe de facción política. El domingo 4 de julio se confirmó de esta manera que las elecciones no son en México procesos democráticos, que no hay en el país un sistema de partidos que representen a los ciudadanos, que los resultados electorales se falsifican más que nunca y que el Ejecutivo sigue siendo impune para cometer todo tipo de tropelías electorales utilizando los recursos públicos. Llegado en 2006 a Los Pinos tras un fraude descomunal, Calderón no tiene empacho para seguir prevaleciendo por el fraude.
5. El triunfalismo expresado tras las elecciones por las fuerzas de ultraderecha que respaldan al gobierno panista, en particular por algunas cúpulas empresariales y sectores de la jerarquía católica, y que se manifestó sin recato en los medios, alude sin embargo a lo que creen ilusamente fue por un lado un aniquilamiento de la izquierda, y por el otro un exitoso operativo para detener al priísta Enrique Peña Nieto, gobernador del estado de México, como candidato ya consensuado de las fuerzas oligárquicas, y en consecuencia festeja la casi inexistente posibilidad que tiene Calderón de imponer a un incondicional suyo en la silla presidencial en 2012 y que ahora creen ha renacido.
6. Desde esa perspectiva, Enrique Krauze ha publicado un extenso artículo en el diario madrileño El País del sábado 10, titulado “Buenas nuevas desde México”, en el que sostiene ilusoriamente que la democracia que según él arribó pacíficamente a México hace 10 años trajo consigo prácticas, leyes e instituciones que han arraigado (elecciones limpias, autoridades electorales confiables y una genuina división de poderes, así como una copiosa participación) y que, como consecuencia de ello, se efectuaron en México ahora elecciones democráticas que produjeron lo que celebra como un freno a “la feudalización” del país con las derrotas del PRI, consolidándose a su juicio “la democracia”, pues si el PRI hubiese triunfado más ampliamente no se le podría haber detenido en 2011 en el estado de México y en 2012 en las presidenciales, procesos para los que recomienda mantener “las alianzas” con el PRD.
7. Los comicios de 2010 y sobre todo sus secuelas poselectorales dejan, sin embargo, claro que tanto el gobierno de Calderón como el PRI siguen dispuestos a negociar y que, como se estableció desde los años del Chicago de la prohibición, están dispuestos a aceptar la regla de llegar a un acuerdo sobre la base de que saben que el verdadero enemigo común que tienen en su empeño de seguir haciendo prevalecer una serie de intereses espurios sobre los derechos de los mexicanos es el pueblo que se está organizando para el 2012. El propio Enrique Krauze lo recordaba en su artículo al afirmar que “el PRI puede presidir un buen gobierno a partir de 2012, pero no a condición de pretender marcha atrás al reloj”, es decir negándose a compartir el poder o pretendiendo adoptar otro programa o incluso negociar con los capos del narco.
8. Lo cierto es sin embargo que al margen de los procesos electorales y de las negociaciones que ofrece, la ultraderecha se sigue apoderando de enclaves estratégicos y avanzando en el control del aparato estatal. Los cambios en el gabinete anunciados el 14 de julio por un Felipe Calderón cada vez más aterrado no pueden esconder el fracaso estrepitoso de la segunda administración panista, pero tampoco su pretensión de seguir utilizando el poder como un botín entregándoselo a sus incondicionales, por más ineptos que sean, lo que una vez más demuestra el desprecio que todos ellos tienen por los intereses nacionales. Resultan un agravio al país las designaciones hechas por Calderón de su amigo Bruno Ferrari, licenciado en derecho canónico, como nuevo titular de Economía, y en Gobernación de su ex compañero el bajacaliforniano José Francisco Blake, cuya mayor prenda es ser un enemigo frontal del Grupo Atlacomulco, aunque en Mexicali haya fracasado en la encomienda de detenerlo pues como secretario del Gobierno panista perdió ahora, a pesar de la intervención oficial en los comicios, todos los municipios.
9. En todo caso, la mayor razón de regocijo de la ultraderecha para el 2012, que era su alianza con la cúpula del PRD, se estropeó muy pronto pues el miércoles 7 Andrés Manuel López Obrador anunció que iría por la Presidencia en 2012, lo que genera un escenario por completo distinto.
10. El país en tanto sigue a la deriva, y con un gobierno cada vez más pasmado y en manos de extremistas empeñados en ir en contra de los derechos de los mexicanos.
Luis Javier Garrido / La Jornada
La ultraderecha continúa apoderándose en México del aparato de Estado –y del país– y tras las elecciones constitucionales de 2010 y los cambios en el gabinete de Calderón, en que sale fortalecida, se apresta a dar el manotazo decisivo con vistas al 2012.
1. Las elecciones locales del 4 de julio para renovar ayuntamientos, legislaturas estatales y 12 gubernaturas, que se vaticinaron como un triunfo de “carro completo” del PRI –constituyendo por ello un desafío para los intereses del grupo de Calderón–, se saldaron finalmente por un reparto de posiciones, ya que el PRI logró quedarse con Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Hidalgo, Quintana Roo, Tamaulipas, Tlaxcala, Zacatecas y, probablemente, Veracruz, y el PAN (apoyado por sus corifeos) con Sinaloa, Puebla y Oaxaca, no obstante lo cual las fuerzas de ultraderecha que respaldan al gobierno panista han desarrollado un discurso triunfalista sin parangón.
2. Las elecciones no hicieron en realidad más que mostrar la cloaca en la que se ha convertido el sistema electoral mexicano, pues ausente en términos generales la izquierda electoral de las mismas, no constituyeron más que una confrontación entre el enorme operativo de imposición y fraude montado por el gobierno panista de Felipe Calderón y los operativos locales de fraude e imposición de los estados gobernados por el PRI, por lo que la ciudadanía no fue más que una masa de maniobra, de ahí el alto abstencionismo. Carentes de propuestas, los candidatos del PRI no hicieron más que beneficiarse del rechazo popular al antinacional y antipopular gobierno de Calderón, e incapaz de tener una alternativa para el pueblo el gobierno del PAN se escondió tras las siglas de una alianza corrupta con la cúpula perredista pretendiendo con una campaña negra ser mejor opción que la de los priístas.
3. No es de extrañar, por lo mismo, que la gran triunfadora de los comicios haya sido la profesora Elba Esther Gordillo, con su partido –el Panal–, cuyas brigadas surgidas del SNTE operaron ampliamente durante la jornada electoral, igual que lo hicieron en 2006, para alterar los resultados en un marco de impunidad y tratar de hacer ganar a sus aliados, que en esta ocasión fueron tanto el PAN y el gobierno federal en algunos casos (como Oaxaca) y el PRI en otros.
4. El gran derrotado de la jornada electoral fue, por lo mismo, sin darse cuenta de ello, el propio Calderón, quien utilizando todos los recursos del Estado y el cargo que materialmente ocupa para imponer al PAN, mostró al mundo que muy poco ha cambiado y que el titular del Ejecutivo federal no es antes de cualquier proceso electoral más que un jefe de facción política. El domingo 4 de julio se confirmó de esta manera que las elecciones no son en México procesos democráticos, que no hay en el país un sistema de partidos que representen a los ciudadanos, que los resultados electorales se falsifican más que nunca y que el Ejecutivo sigue siendo impune para cometer todo tipo de tropelías electorales utilizando los recursos públicos. Llegado en 2006 a Los Pinos tras un fraude descomunal, Calderón no tiene empacho para seguir prevaleciendo por el fraude.
5. El triunfalismo expresado tras las elecciones por las fuerzas de ultraderecha que respaldan al gobierno panista, en particular por algunas cúpulas empresariales y sectores de la jerarquía católica, y que se manifestó sin recato en los medios, alude sin embargo a lo que creen ilusamente fue por un lado un aniquilamiento de la izquierda, y por el otro un exitoso operativo para detener al priísta Enrique Peña Nieto, gobernador del estado de México, como candidato ya consensuado de las fuerzas oligárquicas, y en consecuencia festeja la casi inexistente posibilidad que tiene Calderón de imponer a un incondicional suyo en la silla presidencial en 2012 y que ahora creen ha renacido.
6. Desde esa perspectiva, Enrique Krauze ha publicado un extenso artículo en el diario madrileño El País del sábado 10, titulado “Buenas nuevas desde México”, en el que sostiene ilusoriamente que la democracia que según él arribó pacíficamente a México hace 10 años trajo consigo prácticas, leyes e instituciones que han arraigado (elecciones limpias, autoridades electorales confiables y una genuina división de poderes, así como una copiosa participación) y que, como consecuencia de ello, se efectuaron en México ahora elecciones democráticas que produjeron lo que celebra como un freno a “la feudalización” del país con las derrotas del PRI, consolidándose a su juicio “la democracia”, pues si el PRI hubiese triunfado más ampliamente no se le podría haber detenido en 2011 en el estado de México y en 2012 en las presidenciales, procesos para los que recomienda mantener “las alianzas” con el PRD.
7. Los comicios de 2010 y sobre todo sus secuelas poselectorales dejan, sin embargo, claro que tanto el gobierno de Calderón como el PRI siguen dispuestos a negociar y que, como se estableció desde los años del Chicago de la prohibición, están dispuestos a aceptar la regla de llegar a un acuerdo sobre la base de que saben que el verdadero enemigo común que tienen en su empeño de seguir haciendo prevalecer una serie de intereses espurios sobre los derechos de los mexicanos es el pueblo que se está organizando para el 2012. El propio Enrique Krauze lo recordaba en su artículo al afirmar que “el PRI puede presidir un buen gobierno a partir de 2012, pero no a condición de pretender marcha atrás al reloj”, es decir negándose a compartir el poder o pretendiendo adoptar otro programa o incluso negociar con los capos del narco.
8. Lo cierto es sin embargo que al margen de los procesos electorales y de las negociaciones que ofrece, la ultraderecha se sigue apoderando de enclaves estratégicos y avanzando en el control del aparato estatal. Los cambios en el gabinete anunciados el 14 de julio por un Felipe Calderón cada vez más aterrado no pueden esconder el fracaso estrepitoso de la segunda administración panista, pero tampoco su pretensión de seguir utilizando el poder como un botín entregándoselo a sus incondicionales, por más ineptos que sean, lo que una vez más demuestra el desprecio que todos ellos tienen por los intereses nacionales. Resultan un agravio al país las designaciones hechas por Calderón de su amigo Bruno Ferrari, licenciado en derecho canónico, como nuevo titular de Economía, y en Gobernación de su ex compañero el bajacaliforniano José Francisco Blake, cuya mayor prenda es ser un enemigo frontal del Grupo Atlacomulco, aunque en Mexicali haya fracasado en la encomienda de detenerlo pues como secretario del Gobierno panista perdió ahora, a pesar de la intervención oficial en los comicios, todos los municipios.
9. En todo caso, la mayor razón de regocijo de la ultraderecha para el 2012, que era su alianza con la cúpula del PRD, se estropeó muy pronto pues el miércoles 7 Andrés Manuel López Obrador anunció que iría por la Presidencia en 2012, lo que genera un escenario por completo distinto.
10. El país en tanto sigue a la deriva, y con un gobierno cada vez más pasmado y en manos de extremistas empeñados en ir en contra de los derechos de los mexicanos.
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