Jaime Avilés
Electricistas levantaron su huelga de hambre en el campamento del Zócalo y fueron trasladados en ambulancia a dos nosocomios, la madrugada del viernesFoto Carlos Cisneros
Desde la época de Gandhi, la huelga de hambre ha sido el recurso extremo de la resistencia civil pacífica, pero goza de poca popularidad entre los luchadores sociales y no siempre ha resultado exitoso. El 5 de mayo de 1981, en una cárcel de Belfast, Bobby Sands murió al cabo de 66 días en ayuno exigiendo mejores condiciones para los presos políticos del Ejército Republicano Irlandés. Margaret Thatcher no se dejó conmover por el sacrificio de ese hombre que, tras las rejas, había sido electo miembro del parlamento.
En lo que va de este año, algunos disidentes presos en Cuba han recurrido en dos ocasiones a la huelga de hambre para lograr su excarcelación, con apoyo de los levantacejas al servicio del felipato, mismos que, desde luego, ignoraron, despreciaron e hicieron befa de la protesta iniciada en el Zócalo, 90 días atrás, por los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas, hasta que esta semana, la inminente agonía del ingeniero Cayetano Cabrera y de Miguel Ángel Ibarra capturó la atención del país y del mundo.
Antenoche, cuando parecía que era ya demasiado tarde, Martín Esparza, dirigente del SME, y el nuevo titular de Gobernación, Francisco Blablablake, lograron un principio de acuerdo para salvarles la vida: el reconocimiento, por parte de la Secretaría del Trabajo, del Comité Central del SME y de Esparza como secretario general, y la recontratación, en la Comisión Federal de Electricidad, de los electricistas despedidos de Luz y Fuerza del Centro. Como el “gobierno” (o lo que sea) de Calderón jamás ha cumplido su palabra, todavía tendremos que ver cuál será el desenlace.
Pero, por lo pronto, Cayetano y Miguel Ángel obtuvieron una victoria moral de dimensiones épicas, pues con su valor, abnegación y entereza derrotaron la soberbia, la sordera y el despotismo del usurpador y la mafia que lo rodea, así como la charlatanería de su aparato de propaganda. Con su decisión inquebrantable de irse de este mundo en calidad de héroes, doblaron a Calderón y pusieron al desnudo sus debilidades: a 58 días de la fiesta que los cursis de Los Pinos han denominado “el cumpleaños de México” –como si aquí sopláramos las velitas para recordar la noche en que el papá embarazó a la mamá y no el día en que la cigüeña trajo a la criatura–, el felipato tendrá que guardar las apariencias ante sus invitados.
Así lo captó, con gran agudeza, América del Valle, cuando en vísperas del fallo de la Suprema Corta sobre el caso Atenco pidió refugio en la embajada de Venezuela. Los magistrados liberaron a los presos políticos por órdenes de arriba, pues Calderón comprendió que si los mantenía encerrados podría enfrascarse en un conflicto internacional con Hugo Chávez. Por las mismas razones, ayer cedió ante el SME. ¿Cómo iba a recibir a Obama y Michelle, a don Juan Carlos y doña Sofía, a don Felipe y doña Letizia, a don Sarkozy y doña Carla Bruni, a doña Cristina y don Néstor, a don Zapatero y a don Rajoy, a Lula, a Evo, a Chávez, al camarada Pepe de Uruguay, a los dignatarios de Cuba y el resto del Caribe, a los fascistas de Chile, Colombia y Honduras, y a “todos los jefes de Estado y de gobierno del mundo” con un pueblo enlutado e indignado y quizá volcado a las barricadas por la muerte del ingeniero Cayetano Cabrera?
¿Será por eso que Calderón ahora hace llamados a la unidad nacional, diciendo que la guerra que él provocó ya no es guerra sino lucha y no de él sino de todos? ¿Será que quiere una tregua de aquí al 17 de septiembre, para que recojamos los platos rotos y adecentemos la casa a fin de atender como Dios manda a sus visitas? ¿O será que más bien nos está sugiriendo lo contrario? Por ejemplo, que tras las victorias de los campesinos de Atenco y los electricistas del SME –que supieron presionarlo de la manera adecuada para satisfacer sus legítimas demandas–, ahora toca el turno a otros actores sociales, para exigir justicia de verdad, aprovechando la cercanía de la patriótica pachanga.
¿Estallarán otras huelgas de hambre? ¿Llegarán perseguidos políticos de otras luchas a instalarse en las embajadas de España, Francia, Brasil, Venezuela y Argentina? ¿Convocarán los sindicatos a una verdadera huelga general para el 15 y 16 de septiembre? ¿Se integrará una coordinadora de movimientos de resistencia? ¿Se pondrán en acción los estudiantes? ¿Vendrán de nuevo los zapatistas? ¿Las circunstancias nos empujarán a conmemorar el inicio de las antiguas gestas libertadoras con el inicio de nuevas gestas libertadoras, a la altura de nuestro tiempo y de nuestras enormes necesidades?
Temas para exigirle justicia a Calderón, delante de sus visitas, abundan: por ejemplo, cárcel a todos los responsables de la muerte de 49 niños quemados en la guardería ABC de Sonora, desde Molinar Horcasitas hasta la prima de Margarita Zavala; juicio político a los 11 ministros de la Suprema Corta por haber aprobado una reducción a las pensiones de los jubilados con base en una ley que fue derogada hace años; cárcel a Ulises Ruiz por el asesinato de los militantes de la APPO y del periodista Brad Will; cárcel para el góber precioso por apoyar a pederastas y saquear Puebla; supresión del fuero de guerra para castigar a militares que maten a civiles inocentes; cumplimiento de los acuerdos de San Andrés; juicio de extradición para los agentes de la Patrulla Fronteriza que mataron a palos a un hombre y de un tiro en la frente a un niño, sin que estos crímenes merecieran al menos una nota de protesta ante Washington; libertad para todas las mujeres presas y condenadas a 30 años de reclusión por haber abortado en Guanajuato.
En el DF también tenemos demandas propias: alto a la construcción de la supervía de Ebrard; sí a la construcción de un sistema hidráulico para llevar agua a las delegaciones de Iztapalapa y Tláhuac desde la laguna natural de Xico; destitución del secretario de Seguridad Pública del DF, Manuel Mondragón y Kalb, por eliminar la presencia de la policía en Iztapalapa, a fin de dañar la imagen de Clara Brugada y restarle simpatizantes al movimiento de Andrés Manuel López Obrador en esa delegación y en el resto de la urbe.
¿Habrá llegado la hora de comenzar la segunda lucha de independencia y la tercera revolución mexicana (la primera, paradójicamente, fue la Reforma juarista) para levantar la cuarta república? Si bien, desde luego, nadie puede dar o posponer el banderazo de salida –pese a que mitos entrañables como el Grito de Dolores o el solitario levantamiento en armas de los hermanos Serdán en Puebla hagan parecer que los procesos históricos arrancan a partir de fechas exactas–, mañana, desde las 10 de la mañana, se congregarán en el Zócalo decenas de miles de personas venidas de todo el país para conocer el nuevo Proyecto Alternativo de Nación de un hombre profundamente convencido de que el cambio de política y de políticos todavía es posible a través de la lucha electoral.
Ante representantes de los ocho mil comités territoriales que ha organizado a lo ancho y a lo largo de México, Andrés Manuel López Obrador señalará a sus seguidores las nuevas tareas que habrán de emprender desde ahora y hasta los comicios de julio de 2012. El máximo dirigente opositor confirmará que tiene una sólida propuesta para encabezar un cambio de régimen pacífico, y coordinar la construcción de un nuevo país sobre las ruinas humeantes, putrefactas y ensangrentadas en que, desde 1982 hasta hoy, nos ha enterrado el salinismo. ¡Todos al Zócalo mañana!
PD: Esta noche, en Ruta 61 (Baja California casi esquina con Nuevo León, Condesa) tocarán Alejandro Fonzeca y su banda, máximos exponentes del blues en Monterrey. Si pueden, no se lo pierdan.
jamastu@gmail.com
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